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Estos tiempos que estamos viviendo nos traen del pasado de la historia de España sucesos que, como estás leyendo, no quiero calificarlos pero que también no hay que echar en el cajón del olvido.
El revisionismo para imponer la "verdad oficial" hace que la Ley de la Memoria Histórica se centre en reparar a las víctimas de la Guerra Civil de 1936 y el franquismo, según palabras de la vicepresidenta del actual gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega. Pero a la vicepresidenta se le olvida (intencionado lapsus de memoria) que la preguerra comenzó en la II República y que también hubo muchas víctimas de ésta simplemente por tener creencias religiosas.
La vicepresidenta también ha dicho en el Congreso de los Diputados que, además del reconocimiento y ampliación de derechos de las víctimas, 'la ley pretende "saldar una deuda, la de la injusticia" que la sociedad tiene con quienes "sufrieron violencia y persecución injustas" mediante una reparación moral acompañada del reconocimiento a sus derechos individuales', según declaraciones que recoge la prensa.
Y me pregunto -como muchos- ¿la reparación moral es para todos o sólo para unos cuantos?
Hoy quiero traer a estas líneas unos hechos que tendrán sus efemérides el próximo día 8 de abril de este año. Hará 75 años del primer incendio de la iglesia de San Julián de Sevilla y la irreparable pérdida del patrimonio de la Hermandad de la Hiniesta que no sólo ella ardió entre las llamas sino también otras hermandades.
Como bien recoge Julio Domínguez, "La quemaron barbaramente en 1932- no es necesario que le diga por `'quienes- al igual que la imagen de la Hiniesta de Gloria data de 1380 y el soberbio retablo documentado de Felipe de Rivas discípulo predilecto de Martínez Montañez, lastimosa e irreparablemente perdido. La primera reproducción de la Dolorosa, obra de Castillo Lastrucci, volvio a ser quemada en 1934 por los mismos de antes".
Y he aquí la editorial del boletín informativo número 69 de la Hermandad de la Hiniesta de enero de 2007 redactada por su director don Francisco S. Ros González titulado "Sobre el fuego y el amor":
"En la madrugada del 8 de abril de 1932 ardió la iglesia de San Julián. Fue un incendio devastador del que sólo subsistieron los muros calcinados de la vieja parroquia mudéjar. Las llamas acabaron con todo ante la mirada atónita e impotente de los vecinos del barrio y de los hermanos de la Hiniesta.
El poeta Joaquín Romero Murube, testigo presencial, dejó testimonio de la desolación de aquella trágica noche: 'De nuestro corazón, de nuestra memoria de sevillano creyente, no caerá nunca el recuerdo de aquella hoguera enorme, de aquel macizo de llamas, humos, maderas rojas en el que las vigas de la techumbre formaban un inmenso varillaje de abanico de fuego contra el cielo lleno del resplendor de la tragedia. Nosotros estuvimos allí junto al siniestro, y vimos cómo en el fondo de su capilla, adonde no se podía llegar porque un bosque de fuego lo impedía, la Virgen de la Hiniesta sucumbía, abrazada, lamida por un haz de llamas, entre chispas, humo y cascotes del techo, que caían como bólidos iracundos. No se podía hacer nada'.
La Virgen de la Hiniesta Dolorosa, atribuida tradicionalmente a Martínez Montañés, quedó reducida a un esqueleto carbonizado. También quedaron destruidas las imágenes de la Virgen de la Hiniesta Gloriosa, del siglo XIV, y el Crucificado que remataba el retablo mayor, del siglo XVII, que la Hermandad procesionaba el Domingo de Ramos. Hoy sus restos se guardan en el camarín de la Virgen de la Hiniesta en el retablo mayor de San Julián.
En este 2007, la Hermandad ha querido recordar aquel suceso con un acto íntimo y sencillo. Intimo como el dolor que sintieron nuestros mayores al ver quemarse a su Virgen. Sencillo como el espíritu de aquella Hermandad que tuvo que levantarse de la nada.
El próximo lunes 9 de abril se celebrará una Eucaristía. Nada más. En un momento de tensión política como el presente, con una controvertida Ley de la Memoria Histórica que en pocas semanas será debatida en el Congreso, es necesario blandir el espíritu cristiano que nos alienta y, sin odios, sin rencores, como levantaron nuestros mayores una Hermandad destruida, mirar al pasado con emoción y al futuro con esperanza.
El poema que acompaña a estas palabras se publicó en 1930 bajo el seudónimo 'El Bachiller Fulano de Tal' y describe la salida de la Virgen de la Hiniesta que sería quemada dos años después. ¿Qué diferencia hay entre aquellas salidas de los años veinte y las de ahora? Ninguna. El fuego no pudo con el amor.
Salida difícil
Un zócalo de sombras de perfil inseguro
dibuja el caballete del frontero tejado,
en el templo románico con ocre enjalbegado
que herido por el sol semeja de ámbar puro.
Pasan viejas dalmáticas de terciopelo obscuro,
y ciriales de plata de rico cincelado,
zumba como colmena el pueblo amontonado
que un civil a caballo comprime contra el muro.
Ya está el paso en la puerta, parece que no cabe,
un siseo sostenido el murmullo domina,
se escucha al capataz, y con temblor suave,
dando en la ojiva el palio, agachado camina.
Sale, se alza de pronto al son del llamador,
y un ¡ole! de entusiasmo resuena atronador".
Y ahora, señora vicepresidenta, ¿quién salda esta deuda y esta injusticia que se cometió contra los católicos, contra su patrimonio y contra el arte hace 75 años? Parece ser que hay gente que son especialistas en hacer mutis por el foro cuando llega la hora de dar la cara.
Fotografía: de lapágina web de Julio Domínguez.
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