En un pueblo manchego, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho se celebró un festival a beneficio de una persona que era trabajador autónomo, que no tenía trabajo, pero que seguía pagando su cotización a la Seguridad Social, su hipoteca, el colegio y la comida de sus hijos.
A aquel trabajador padre de familia que organizó el festival, con el fin de recaudar fondos invocando a la solidaridad de las buenas personas, se le ocurrió que los que se subieran al escenario de ese festival lo hicieran usando trajes como los del Carnaval de Venecia siendo de esta forma un espectáculo de lo más original.
El alquiler de los trajes, con pago por adelantado, le supuso un coste de 1.500 euros más lo que tuvo que abonar por el envío de estos, que ascendió a 95 euros.
Luego habló con Heineken para que le prestase mostradores y botelleros de Cruzcampo y le enviase varios barriles de cerveza gratis. Así fue, pues Heineken es una empresa solidaria. Pero el tener que trasladarse desde aquel pueblo manchego a la central de Heineken en Madrid para presentar el proyecto del festival le supusieron unos costes de 293,20 euros, entre gasolina, el coste de la rueda que se pinchó estando de camino a Madrid más los gastos en telefonía móvil que tuvo que hacer para organizar el festival.
Por otra parte, también tuvo que contratar un equipo de sonido y luces con bastante potencia ya que el espectáculo del artista al que le pidió el favor de actuar gratis necesitaba un mínimo de 40.000 watios de sonido y 200.000 de luz. Eso le supuso un importe de 5.000 euros contando con el hecho de que el del equipo de sonido y luces era de un antiguo amigo y se lo dejó tirado de precio.
Además, la construcción del escenario y el montaje casi le salió regalado ya que no le cobraron la mano de obra pero sí le tuvieron que cobrar el gasto por las maderas y el alquiler de los tubos de hierro para montar el escenario. Al final, el escenario le salió de ganga. Sólo tuvo que pagar 2000 euros.
Como en todos los festivales y atracciones que se hacen en directo, tuvo que contratar a una compañía de seguros para cubrir la responsabilidad civil. Le salió barato ya que su primo Anselmo, que en su día se cansó de trillar en la era del tío Jacinto, hizo el petate, se fue a buscar fortuna a Barcelona y se colocó en Seguros La Divina Providencia le hizo el seguro. Como no podía regalárselo, el primo Anselmo no cobró su comisión pero sí la base del seguro más los impuestos, pues es de ley el cobrarlos. El seguro le costó 298,76 euros.
También tuvo que contratar el suministro eléctrico. Este, que tenía que aprovisionar tanto al equipo de sonido y luminotecnia más las luces de la nave del tío Eufrasio que amablemente le cedió el local, la energía para los botelleros de la Heineken más la luz de los camerinos le costó 394,68 euros porque, además le pilló uno de esos meses en los que la compañía eléctrica hace la lectura del contador por estimación. Quiso negociar a la baja el pago de la factura pero la empresa le argumentó que no podía rebajarle nada ya que ellos tenían que pagar el coste del suministro y que en la central hidroeléctrica le dirían que "na nay de la China", que ellos trabajan para ganar dinero y que el sindicato tiene firmado un convenio colectivo que tenía el visto bueno del Ministerio de Trabajo.
Llegó la hora del festival. La nave del tío Eufrasio estaba que no se cabía. Allí estaba la mayoría de los habitantes del pueblo más los de los alrededores.
Pero faltaba alguien por aparecer y apareció. Un tipo con gafas, con una carpeta debajo del brazo. Este sacó una hoja en el camerino y dijo: "Hola, soy de la SGAE. ¿Serían tan amables de rellenarme la hoja de declaración detallándome el repertorio de títulos más los autores de los temas que van a interpretar?". "¡Yuyu!, ¡Yuyu!", susurraron algunos en voz baja, mirando para otro lado y como si la cosa no fuera con ellos.
El tipo de la SGAE, que era otro trabajador autónomo encargado para la zona de esos pueblos manchegos de hacer las recaudaciones, se transformó en aquel momento en algo parecido a la niña de la película "El Exorcista" pero en la versión agro pop. Y se llevó el 10 por ciento de la taquilla. ¡Menudo ladrón insolidario!
Al final, y echando las cuentas entre ingresos y gastos, el pobre trabajador autónomo que organizó el festival con el fin de poder pagar su cotización a la seguridad social, la hipoteca y de sus hijos el colegio y la comida, y al ver que le había salido económicamente fatal el festival benéfico, pensó: "¡Qué insolidarios son los de la Seguridad Social que trabaje o no tengo que pagarla, los de los alquileres de trajes, los accionistas del banco al que tengo que pagar la hipoteca, los que venden el material escolar de mis hijos, los del supermercado donde compro los víveres para mis churumbeles, los de las compañías telefónicas que no me perdonan el coste por el consumo de mi teléfono móvil, los trabajadores de la compañía petrolífera que me cobró la gasolina, el estado español "que me la clava" con los impuestos a los carburantes, el que me arregló la rueda que se me pinchó, el que cortó los árboles y llevó a una serrería la madera del escenario, los de los Altos Hornos de Vizcaya que hicieron los tubos para este, los que les vendieron el equipo de sonido y luces a mi antiguo amigo, los de la compañía de seguros La Divina Providencia por cobrar, los de la compañía eléctrica, los de la central hidroeléctrica, los trabajadores liberados del sindicato que negociaron el convenio colectivo y el ministro de Trabajo!"
"Pero, de entre todos los insolidarios, los que deberían regalar su trabajo porque la Música es Cultura y la Cultura es gratis, los peores, los innombrables, los hijos de mala madre, entre todos ellos como digo, ¡los de la SGAE porque dicen que tienen que pagarle a los que trabajaron componiendo las canciones que se usaron en el festival que organicé para mi beneficio!"
La noticia que me ha hecho escribir esto:
La SGAE cobró 3.324 euros de otro concierto benéfico que tuvo pérdidas.
El concierto era, según el articulista, "para inyectar recursos a la investigación de tres enfermedades raras". Mi opinión es que eso lo tendrá que pagar el Ministerio de Sanidad o uno de esos, pero no los autores y editores de este país. Vamos, digo yo.
P.D.: Medio infalible para recaudar fondos para actividades altruistas, viajes fin de curso y viajes solidarios a Cuba y Venezuela de los jóvenes brigadistas del Partido Comunista de España: la rifa de toda la vida vendiendo papeletas.
Fotografía: grupo de rock Barón Rojo en concierto. www.baronrojo.net.
miércoles, 6 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario