lunes, 18 de febrero de 2008

El "efecto mariposa" y el principio de causalidad

Es evidente que a todos en algunos momentos de nuestra vida nos suceden "cosas" o situaciones a las cuales, o bien les buscamos explicaciones medianamente científicas o bien nos relajamos en ese empeño y decimos que han sucedido "por casualidad" o "porque Dios quiere".

Ejemplo práctico al canto. Alguien en España está escuchando la canción "Satin Doll" del maestro Duke Ellington y con la voz de Ella Fitzgerald -una de las llamadas "damas del Jazz", junto a Sarah Vaughan, Nina Simone, Dinah Washington y Billie Holiday- y esta persona está hablando con otra que está a "unos pocos" miles de kilómetros de distancia, en este caso en Colombia y al comentar la primera persona a la segunda que está escuchando esa canción la otra le dice "estoy escuchando precisamente en estos momentos esa canción". Y mira que hay millones de canciones para escuchar. ¿Casualidad? No lo creo.

De vello de punta el asunto. Y es que -quizás- y cuando se tienen mariposas en el estómago debido a ese estado que le llaman "proceso de enamoramiento" lo que pareciera ser debido a la "casualidad" se transforma en "causalidad" por el amor. Al menos ese es el planteamiento que me crea este fenómeno descrito aquí.

A las feromonas las denominamos "mariposas" si tratamos sobre cuestiones de amor. Mi experiencia y estando abierto a toda percepción extrasensorial me hace pensar que sí, que estas mariposas producen efectos a primera vista inexplicables y que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

Gran casualidad parece ser que
Inmaculadas mariposas revoloteen.
No se cansa de pensarte el que escribe
A pesar de la distancia.

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