martes, 15 de diciembre de 2009

El precio del olivo

Hoy, teniéndole que entregar unos papeles de la comunidad de propietarios a doña Vicenta, la actual presidenta, me he hartado de reir sin ánimo de reirme de la buena señora, por supuesto.

Resulta que ella me hablaba de la cuenta que tenía la comunidad en Hipersol (como el Supersol: ¡ole, qué precios!) y yo le insistía que era "Cajasol", que
"Hipersol" era el supermercado.

Lo mejor fue cuando me habló de los intereses que nos cobraba Ibercaja, que es con quien tenemos un préstamo solicitado para unas obras que hicimos para la mejora del edificio hace un par de años.

Doña Vicenta me comentaba que consultando los estadillos que recibíamos observaba que los intereses que pagábamos fluctuaban y algunas veces pagámos más y otras veces menos intereses. Al preguntarle yo el porqué ella me dijo: "llamé al banco y me dijeron que eso era por el precio del olivo".

Yo, con cara de asombro y extrañado le pregunté: "¿y qué porras tenemos nosotros que ver con el precio del olivo?" Ella me dijo que llamase al banco y que ellos me lo explicarían.

Pero llegando a mi casa, se lo comento a mi madre que la pobre está algo dura del oído (no llega al extremo de mi tía Lola que es la versión sevillana del Muro de Berlín, osea: sorda casi total). Mi madre, medio que no se enteró bien medio que también le sonaba raro me dió la pista al decir: "El precio...¿del olivor?"

"¡Tate!", exclamé.

Lo que doña Vicenta me quiso decir es que dependía...¡del Euribor!

2 comentarios:

Ilde dijo...

De todos modos, los intereses siempre fluctúan, no sólo por el euribor, del que depende el interés variable de las hipotecas, sino también porque dependiendo de la duración del crédito, unas veces se paga más capital y otras veces más intereses.

Pobre doña Vicenta...

Unknown dijo...

Como bien sabes, yo tenía un establecimiento de venta de pinturas al por menor, y un día entró una señora mayor (bien podría haber sido Doña Vicenta) y me pidio una lata de Starlux y una paletilla (una lata de titanlux y una paletina).

Como dijo Alonso Quijano: "Cosas veredes, Sancho..."